sábado, 9 de mayo de 2015

Un paso más cerca

por Gonzalo andRés

Sorpresa. Eso fue lo que me causó.


Music video by Aqualung performing Strange & Beautiful (I'll Put A Spell On You)
© 2005 Sony BMG Music Entertainment


Pasaron tantos años y hoy me parece que nada ha cambiado. El peinado y el color de su cabello siguen siendo los mismos: negro y de un lacio envidiable. En su vestimenta, aún predominan los colores oscuros. El rostro lleva todavía los finos rasgos que le caracterizan. Y el gesto de su sonrisa sigue idéntico al que hacía tiempo atrás, con leves agujeros en sus pómulos. Pero como no logré ver sus ojos, traje a mi memoría el recuerdo que conservo de ellos. No podía olvidar el color marrón de su iris que pude contemplar por horas. Empecé a soñar despierto.

Apenas salgo de mi sorpresa y desaparece de mi vista. Agitado, pongo mi mirada en todas las direcciones a mi alrededor sin hallarle de nuevo. Me parece increíble que sin esfuerzo alguno, y después de estar tan lejos, ahora incluso compartamos vecindario por algún motivo. Pero quedo intranquilo y el asombro me invade conforme pasan las horas. Su imagen me acompaña indeleble en mi retina.
 
Y pasaron los días, sin que se vaya de mi cabeza. Le busco y no coincidimos en horarios. Cuando lo hacemos, es apenas por unos segundos, y alguien de los dos está dejando el lugar. No ha notado que estoy cerca. De todas formas, aunque me invada la curiosidad de saber en qué anda y qué paso durante este tiempo, prefiero mantener la distancia y no forzar conversación alguna. Finalmente, no me gustó cómo terminó la última vez que tuvimos una. Sin embargo, pagaría por tener una.

Me imagino uno al frente del otro en la mesa del restaurante que frecuentábamos las noches de los martes. Acompañados de dos tazas de té y un plato de nombre impronunciable bastante parecido a un chop suey. Anoche, he comprado uno para cenar y figurarme el interrogatorio. Al final, mi rutina sigue igual y me rodean las mismas personas. También imagino a Doña Lucía acercarse y averiguar un poco de su vida. Pues su rutina sigue igual, y también le rodean las mismas personas. Poco ha cambiado aquí, y al verle parece que poco ha cambiado en todos lados. 

Desde que le divisé en la avenida semanas atrás, buscarle se ha convertido en una incómoda neurosis. Incómoda porque ahora mi atención no puede centrarse en algo diferente. Llego atrasado a un par de citas y he debido cancelar otras tantas. Detengo mi paso cada vez -como olvidando las obligaciones- porque creo haberle visto, pero ya no confío en mí mismo porque parece que le encuentro en todo lugar. Como anteayer, que le vi conducir un auto compacto de color verde. Hasta donde supe, no conducía. Y además, los otros días que pude verle dejaba el vecindario en autobús.

Así, me ha parecido buena idea salir de casa temprano en la mañana y esperarle en la parada del autobús. Llegó. Llevaba prisa pero su acelerado paso no quitaba oportunidad de contemplar el aspecto radiante de su rostro con los primeros rayos del sol. Entonces, y con cierta duda, di un paso más cerca cuando sentí que me sujetaban débilmente del brazo, como queriendo llamar mi atención. Regresé la mirada y escuché a una aguda voz (como fingida) decir:
- Hola, ¿cómo estás?
- ¿Perdón?
- Sí, ¡hola! ¿Qué tal? ¿Te acuerdas de mí?
- No...

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