sábado, 20 de julio de 2013

Avalancha de pensamientos

por Gonzalo andRés

No hubo necesidad de que pregunte cómo estuvo su día. Brenda la había pasado muy mal. Su cara y gestos imploraban una reacción de parte de Pablo. Impaciente también, él no tuvo mayor remedio que preguntar "¿Qué te pasa?" pero bastó una mirada para dejarlo claro: ella no quiso hablar. Pablo no se contuvo y dijo en voz alta cosas que no tenían el mayor sentido para ella.
- Un día no pone así a nadie. Tampoco una semana... 

Ante la mirada impaciente de Brenda, él cerró la boca. Sin embargo, su mente quedó inquieta. En el silencio, Pablo consiguió escuchar ensordecedores gritos de ella que apenas pudo acallar con sus propios cuestionamientos:

- ¿Qué le agobia? -pensó- ¿Puede mi presencia ser el origen de su malestar?

No eran inquietudes nuevas. Durante la ausencia de Brenda, Pablo dedicó mucho tiempo a cuestionarse cómo había cambiado lo que pensaba el uno del otro. De repente, sintió que esas reflexiones empezaron a salir como derramándose de su boca:
- ¿Todavía piensas en nuestro futuro? (...) ¿Aún me amas? -dijo pausadamente y después de un breve silencio continuó- Porque estoy dispuesto a dejarte ir.

Sin querer escuchar más, Brenda interrumpió a Pablo diciendo:
- Cállate. Cállate, por favor. Lo que necesito ahora es descansar y estoy segura que tú también luego de esperar tanto por mí.

Brenda disimuló bien un gesto conciliador tomando la mano de Pablo y acercándola a su pecho. Reclinó su asiento y quedó profundamente dormida.

Pablo, entonces, siguió conduciendo.

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