lunes, 26 de enero de 2015

El precio de ser extranjero

por Gonzalo andRés

Para Julio. 
Felicidades.

No había alternativa: era extranjero. Su aspecto, sus gestos y, sobre todo, el acento así lo hicieron notar. Ya lo sabía y no intentaría bajo ningún concepto hacer algo para remediarlo.
- ¡Oiga! ¡Usted! ¡Sí, usted! Acérquese, por favor.
- Dígame.
- Todo está listo para su salida el día de mañana.
- Entiendo. Debo marcharme temprano, así que será mejor que me cobre por adelantado.
- Está bien. Para que un taxi venga por usted, debe pagar extra. Y no olvide que aquí se acostumbra pagar propina al conductor.
Miró al dependiente arqueando la ceja mientras recibía la factura.

"Hotel Management trainee working at the front desk at the Pearl Continental Hotel Rawalpindi 8"
por Hashoo Foundation USA se distribuye bajo una
Licencia Creative Commons
Atribución-CompartirIgual 2.0 Genérica (CC BY-SA 2.0)


- Por cierto, a la hora que usted saldrá no habremos servido aún el desayuno. Me gustaría compensarle con una bebida de cortesía. ¿Pagará con tarjeta de crédito? ¡Despreocúpese! Apenas deberé incluir el 1% del costo total como cargo.
Mire, todos los turistas compran este tour. Me dijo que necesitaba internet, ¿cierto? Aquí tiene la clave. El costo está allí marcado.
Fue al final del pasillo para encontrar una habitación fría. No se tomó la molestia de encender la luz, sino que cerró la puerta y regresó al mostrador de la recepción.
- Mire, voy a tener que pedirle otra habitación. Está muy fría.
- Permítame indicarle que no tenemos otra habitación lista ahora. Sin embargo, si usted desea podemos entregarle cobijas adicionales, a su costo. Aunque si busca una solución más rápida...

Mientras dice esto, le echa un guiño de ojo y frota su pulgar contra el resto de los dedos de su mano.
- Ahora no me ocuparé de eso, debo irme. Mas bien, le encargo mi equipaje mientras salgo. ¿Tiene un mapa de la ciudad?

Nuevamente frota su pulgar.
- Déjelo así. Necesito conseguir sombreros. ¿Sabe usted dónde?
- Todo depende.
- ¿Del tipo de sombrero?
- Mas bien, de la propina.
Lo mira atónito.
- Fíjese. Dar un dato malo no cuesta. Un dato mejor cuesta poco. Y un buen dato cuesta mucho. ¡Oiga! No se vaya. Así funciona todo aquí. Espero que no le vaya mal.
Horas después volvió para enterarse que la nueva habitación era más fría, no tenía televisión y tampoco la silla y la mesa que sí estaban en la alcoba contigua, que rechazó más temprano. Lidiar con el recepcionista había sido una pesada tarea, pero también un abrebocas de lo que encontraría en el pueblo. Todos esperaban altas contribuciones del visitante extranjero. Parecía ser que nadie de fuera había estado por esos lares durante esas fechas. Incluso el hotel. Así que se aventuró a intentar mudar los muebles por su cuenta. No pasó mucho tiempo para que el anfitrión lo notara.

- ¿Necesita ayuda?- preguntó con cierta molestia.
- Trabajo antes de dormir y a esta fría habitación le falta su silla y mesa.
- Le conté del servicio pagado de cobijas, ¿verdad? De todas maneras, la silla y mesa es un extra que no está incluido en su tarifa. Desde luego, puedo ayudarle con un descuento.

No terminó de decir esto y se marchó dejando los muebles en medio del pasillo y azotando la puerta.

A la madrugada siguiente, estuvo listo para irse. Un taxi lo esperaba en la puerta pero necesitaba que el recepcionista abra la puerta. Tocó el timbre insistentemente hasta que el despeinado hombre salió para decir entre bostezos:
- Gracias por venir. No deje de volver, y cuando regrese, le daremos un descuento. Eso sí, no le avise a mi jefa, doña Genoveva. ¿De acuerdo?

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