viernes, 15 de julio de 2011

Nuevo mes (2)

por Gonzalo andRés

[Para leer la primera parte, haga clic aquí.]

Amanecía. La luz y la resaca acompañaron mis últimos minutos de sueño. Todavía en la sala, una pila de periódicos viejos y cajas vacías me recordaron que debía preparar mi mudanza. Antes de mi desayuno, revisé el buzón de correo electrónico y había un mensaje del casero; decía que esperará cinco días por las llaves de la casa.

La urgencia no era gratuita. Durante los últimos dos años, las inmobiliarias han seducido a los propietarios de viviendas del vecindario con jugosos dividendos a cambio de la venta de sus casas. Lo sé porque recibí la visita de varios agentes; al principio, preguntando si esta casa estaba en venta, y luego -más descaradamente- haciendo ofertas. Poco después, supieron que no era el dueño de la casa, y alguno hasta me reclamó por el tiempo que perdió tratando de convencerme. En mala hora (?), llegaron a contactar a mi casero, quien -al parecer- no pudo resistirse.

No había tiempo que perder, por lo que empecé por recoger los objetos de la sala. Minutos después sonó mi teléfono. Era Tomás, el anfitrión de la fiesta de anoche. Preguntó como me encontraba por el percance del auto, y después de hacer un breve recuento de lo que había sido la fiesta me dio un poco de información interesante:
- El tipo que te chocó estuvo en la fiesta.
- ¿Cómo dices?
- Eso mismo, el de la chaqueta roja vino a la fiesta y estuvo aquí.
- Y ¿a quién acompañaba?
- A nadie. Pero vino buscando a Alba, es su ex.
- ¿Hizo algún escándalo? Si fue así, ni lo noté.
- No, nada. Además se fue enseguida, luego de que saliste. Le pidieron que se vaya, estaba bebido y molestándola.

Mientras me decía esto, miré por la ventana que la jovencita de la casa de enfrente despedía de beso al sujeto en cuestión. Estaban en su puerta de entrada.
- Veo que ha conseguido pareja pronto. De hecho, alguien muy parecida a Alba.
- Claro, su nueva pareja es prima hermana de Alba. Pero, ¿cómo sabes eso?
- Porque los estoy viendo. Espera un rato.
- ¿¡Qué vas a hacer!?
- Espera y no cuelgues.

Con teléfono en la mano, salí de casa y crucé la calle para hablar con el tipo.

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