lunes, 29 de junio de 2009

La importancia de saber recibir una carta (1)

por Gonzalo andRés

La alcoba estaba inundada con la luz del sol. Bastaron un par de minutos con aquellos rayos en mi rostro, para despertar y saludar a mi visitante de aquel día: la jaqueca. Antes de tomar mi desayuno, fui a la puerta a recoger el periódico; y además de éste, encontré un sobre que llevaba mi nombre en él. Ya dentro de casa, empecé a comer mientras hojeaba el periódico; y, leía con mayor detenimiento los artículos cada vez. Y después de revisarlo, regresé a aquellas noticias que no me parecían tan interesantes. Terminé leyendo todo el periódico.

Dejé de darle vueltas al asunto y tomé el sobre entre mis manos. Lo escudriñé tanto como pude, sin abrirlo. Detalles del sobre no habían muchos, el matasellos marcaba la fecha **/**/****, parecía no contener algo más que una carta, y no tenía membrete. Lo que me inquietó en realidad, desde que recogí el sobre con el periódico, era el nombre del remitente.

De inmediato, lo dejé a un lado y empecé a limpiar cada rincón de la casa. Pasó poco tiempo para que los artículos de limpieza se agoten. Entonces, fui a conseguir más al supermercado, y aproveché para almorzar fuera de casa. De regreso, terminé la limpieza, hice varias llamadas que tenía pendientes, me puse al día con uno de los programas que veo en televisión.

La noche había hecho su arribo y, sentado en un sofá, me hallé a mi mismo contemplando al sobre junto a un florero –que había comprado horas antes. La tensión y la incertidumbre que se levantaron con la llegada del sobre habían alcanzado un punto muy elevado en esos momentos. No había conversado largo rato con la persona que envió la carta, no tenía novedades hace bastante tiempo. Mientras más lo pensaba, más nervioso me ponía. Recordé, a propósito, alguna conversación con el remitente en la que expresó que la carta que se envía por correo tradicional, la carta que muchas veces se escribe a mano, es una carta con noticias importantes, que supera ampliamente en valor a las innovadoras maneras que hoy empleamos para comunicarnos. Eso me inquietó todavía más…

Dicen que nuestra experiencia es la única herramienta con que contamos para enfrentar lo que nos sucede. En esta situación en particular, el pasado jugaba un papel importantísimo, porque la historia detrás de la carta, y de quien la escribe, y de mi persona era amplia. Tenía razones varias para no querer saber el contenido del sobre, tenía algunas otras para no haber recibido noticias del remitente; y además, no había compartido todas las emociones que aparecieron aquel día con nadie.

Lo último que viene a mi memoria, de aquella noche, era una gran expectativa sobre el día siguiente. Quería despertar relajado, y suficientemente capaz de abrir el sobre para leer la carta. Quedé profundamente dormido en el sofá.

Estaba agotado.

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